Sentir el nostre cos
Nuestro cuerpo…
La expresión de lo que somos, el mejor de nuestros reflejos, de nuestras necesidades y hasta de nuestros secretos.
La casa de nuestros órganos vitales, de nuestras emociones y también de nuestro espíritu.
En él guardamos nuestras capacidades y aptitudes, bien heredadas bien adquiridas. Almacenamos nuestras experiencias de vida, pero también atesoramos las herramientas que nos permiten resolver las situaciones cotidianas si decidimos involucrarnos en el proceso.
Su expresión nos delata desde fuera, nos muestra nuestro estado de ánimo, nuestra actitud ante la vida, nuestra presencia en el mundo. Pero desde dentro… cuanta información por canalizar. Cuantos detalles pasados por alto. Cuantos oídos sordos a sus suspiros.
“Tomo mi tiempo y respiro, haciendo partícipe de ello a todo mi cuerpo. Relajo mis músculos y empiezo a notar una sensación de bienestar. Siento mi cara descansando con la boca abierta. Siento mis ojos hundidos en su cavidad. Siento mi pecho expandirse con cada inhalación. Siento mis brazos reposando relajadamente sobre el futón. Siento mis piernas desplazarse en un movimiento sutil que se origina en el sacro, hasta conseguir la posición correcta y relajada.
Entonces pregunto a mi interior sobre aquello que “debo saber”. Sobre aquello que me ha llevado a esta situación… siento su movimiento y dejo fluir la intuición como certidumbre interior que todavía no ha pasado por la mente. Escucho abiertamente, sin prejuicios, todo aquello que llega, todo aquello que viene dibujado a veces de sonrisa, a veces de ira.
Ahí está la respuesta…. He sentido mi cuerpo”
ISH; “Es el Espíritu de la Madre Tierra”
La expresión de lo que somos, el mejor de nuestros reflejos, de nuestras necesidades y hasta de nuestros secretos.
La casa de nuestros órganos vitales, de nuestras emociones y también de nuestro espíritu.
En él guardamos nuestras capacidades y aptitudes, bien heredadas bien adquiridas. Almacenamos nuestras experiencias de vida, pero también atesoramos las herramientas que nos permiten resolver las situaciones cotidianas si decidimos involucrarnos en el proceso.
Su expresión nos delata desde fuera, nos muestra nuestro estado de ánimo, nuestra actitud ante la vida, nuestra presencia en el mundo. Pero desde dentro… cuanta información por canalizar. Cuantos detalles pasados por alto. Cuantos oídos sordos a sus suspiros.
“Tomo mi tiempo y respiro, haciendo partícipe de ello a todo mi cuerpo. Relajo mis músculos y empiezo a notar una sensación de bienestar. Siento mi cara descansando con la boca abierta. Siento mis ojos hundidos en su cavidad. Siento mi pecho expandirse con cada inhalación. Siento mis brazos reposando relajadamente sobre el futón. Siento mis piernas desplazarse en un movimiento sutil que se origina en el sacro, hasta conseguir la posición correcta y relajada.
Entonces pregunto a mi interior sobre aquello que “debo saber”. Sobre aquello que me ha llevado a esta situación… siento su movimiento y dejo fluir la intuición como certidumbre interior que todavía no ha pasado por la mente. Escucho abiertamente, sin prejuicios, todo aquello que llega, todo aquello que viene dibujado a veces de sonrisa, a veces de ira.
Ahí está la respuesta…. He sentido mi cuerpo”
ISH; “Es el Espíritu de la Madre Tierra”